Bután es un pequeño país enclavado en el corazón del Himalaya y que ha mantenido su identidad a lo largo de los siglos. Su historia está marcada por la preservación de sus tradiciones, enfoque hacia el bienestar y calidad de vida de sus ciudadanos, motivo por el que es conocido como el reino de la felicidad o el país más feliz del mundo; este hecho tiene su base en un concepto arraigado en la cultura y política del país: la Felicidad Nacional Bruta (FNB).
Fue propuesto por el cuarto rey de Bután, Jigme Single Wangchuck, en el año 1972 como una medida del progreso del país, para así tener en cuenta factores más allá de los económicos, siendo importante también temas como la salud mental, el bienestar emocional, el medio ambiente y el equilibrio espiritual. La idea es que el crecimiento material no debe de ser el único objetivo del país, sino que el bienestar de sus ciudadanos debe de ser la proridad.
Así pues, el bienestar general de la población se evalúa en base a nueve dominios de desarrollo, los cuales son el bienestar psicológico, la salud, la educación, la cultura, la diversidad y resiliencia, el buen gobierno, el uso del tiempo, la vitalidad comunitaria y el medio ambiente. Este enfoque, ha permitido a Bután mantener un equilibrio entre modernización y conservación de su patrimonio cultural y natural, además de lograr mantener su identidad y tradiciones a pesar de la globalización, contribuyendo así a una población más conectada y satisfecha con su entorno.
Bután es todo un testimonio de la importancia de la cultura, espiritualidad y bienestar humano en la construcción de una nación. Aunque se trate de un país pequeño, su legado y visión, sin duda dejan una huella más que significativa en el mundo. Un país que a pesar de sus limitaciones geográficas y políticas, ha logrado mantener su independencia mientras comparte con el resto del mundo su sabiduría sobre la felicidad y el bienestar.